El origen de las tan implantadas cafeterías en Europa se lo debemos a un militar polaco que hizo de mensajero en el 1683, cuando Viena fue sitiada por segunda vez por el imperio otomano.
Es generalmente aceptada la idea de que fue un fiel soldado polaco llamado Kolschizky quien ideó esta peculiar y famosa forma de reunión o esparcimiento. Kolschizky tenía la misión de informar a los ejércitos austriacos sobre las ayudas que el resto de países habían prometido para conseguir salvar a Viena del asedio turco. El soldado logró traspasar las líneas enemigas para salir y reunirse con Carlos V de Lorena, quien le informó que un gran ejército estaba preparado para ayudarles. Así, el polaco consiguió volver a entrar en Viena e informó de la ayuda a las autoridades, convenciéndoles de que resistieran. Al final, la ciudad se salvó de la invasión y los turcos tuvieron que retroceder posiciones, fue entonces cuando los ejércitos austriacos encontraron abandonados en un local cientos de sacos de granos de café.
Nadie, en dicho ejército, sabía qué hacer con tan oloroso botín y, parece ser, que fueron entregados a Kolschizky en recompensa por haber convencido a las autoridades de que resistieran.
Al parecer, además de mensajero, el militar polaco era espía y había viajado varias veces a países árabes, incluso había sido hecho prisionero en alguna ocasión. Esto le dio un conocimiento que no tenían los demás sobre ese liquido amargo que tanto éxito tenía en tierras ‘infieles’ y tan poco en tierras cristianas.
Se dice que estuvo experimentando un tiempo hasta dar con la clave del éxito: endulzar el liquido amargo con un poco de leche y miel. Esto hizo que los vieneses terminasen apreciando la bebida y se comenzase a popularizar.
Pero el logro no acaba aquí, ya que en ese mismo año nace en Viena otro invento que ayudaría a Kolschizky en su deseo de éxito, el croissant.
Los ingredientes estaban servidos: café con sabor dulce, un bollo que conmemoraba la última victoria contra el invasor, sólo faltaba un detalle: había que convertir el café en un lugar donde la gente se reuniese, se quedase, se relacionase y para ello el antiguo soldado polaco decidió poner periódicos gratuitos a disposición de sus clientes. De este forma, pasarían mas tiempo en el local y esto atraería a más clientela.
Así que, si alguno de vosotros queréis probar un café vienes, tendréis que hacer una visita a la imperial Viena.
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